La historia del ser humano siempre está ligada a los grandes descubrimientos. Momentos que sin duda alguna marcan un punto de inflexión en la manera en la que entendemos el mundo. Seguramente estemos viviendo uno de ellos a principios de este siglo, marcado por el miedo al terrorismo, a los virus y a las guerras nucleares. Sin embargo, uno de los primeros grandes descubrimientos de la Humanidad llegó hace 12.000 años aproximadamente. Cuando nuestros antepasados entendieron que podían plantar semillas y cuidarlas para que germinasen, la Historia cambió para siempre. La invención de la agricultura propició el nacimiento de las primeras ciudades, y el hombre pasó de ser un cazador nómada a volverse sedentario, lo que propició posteriormente todo el desarrollo social y cultural que nos sirve de base hoy en día.
Echar la vista atrás a ese periodo en el que se da inicio a las actividades agrícolas es importante para entender cómo ha sido nuestra evolución. Dicho punto de inflexión se produjo en el periodo neolítico, en muchos lugares a la vez, de hecho, puesto que se han encontrado evidencias de marcas de almidón en piedras en África, Asia e incluso islas del Pacífico. Esto significa que el ser humano, de forma natural, llegó a la misma conclusión en lugares muy diferentes, lo que demuestra su inteligencia común o global. La agricultura lo cambió todo, porque ya no solo podían plantarse frutas y verduras para alimento, sino que también se podían guardar los excedentes para las épocas de hambruna, lo que sin duda permitió que muchas personas sobreviviesen gracias a ese sistema. Nosotros queremos ahondar un poco más en ese momento histórico, la creación de la agricultura en el Neolítico, y cómo se desarrolló en esa primera etapa.
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