La prostitución en el Imperio Romano

Cultura antigua
prostitucion-imperio-romano

El Imperio Romano siempre ha causado gran admiración entre los apasionaos de la Historia, no solo por su grandeza sino también por el tipo de sociedad que se desarrollaba. Con sus pros y sus contras, por supuesto, como todo gran Imperio, encontramos en la Roma Antigua algunas leyes y derechos sociales que nos sorprenden que existan hace 2.000 años. Y es que gracias a la influencia de la Grecia Clásica y a su propio modo de enaltecer el derecho y las leyes, los ciudadanos romanos estaban bastante protegidos ante cualquier desmán. De hecho, había oficios que estaban mejor vistos que en la actualidad, como el de prostituta. Y es que la prostitución era totalmente legal en la Antigua Roma  y no estaba ni siquiera mal visto el contratar los servicios de las profesionales del sexo. Tanto hombres como mujeres trabajaban en este tipo de negocio, sobre todo en los burdeles oficiales, que suponían un gran impulso económico para el propio estado.

Y es que la prostitución se tenía como una bien necesario para la estabilidad de la sociedad romana. En una época tan liberal en el sexo, los hombres jóvenes solían acosar a las mujeres de sus vecinos para seducirlas, provocando una gran desestabilización en las familias y clanes romanos. A través de la prostitución se canalizaba ese deseo tan intenso, y se permitía a los hombres disfrutar de ese placer que tanto deseaban, sin poner en riesgo la estabilidad del Imperio. Eso no significa que el ser prostituta en aquellos tiempos estuviera bien visto. Salvo honrosas excepciones en mujeres que habían conseguido gran fama y notoriedad no solo por sus servicios, sino por otras cualidades respetables, la mayoría de las mujeres de compañía eran vistas como seres de segunda, sin los derechos de un auténtico ciudadano de Roma. Muchas, de hecho, eran esclavas, y estaban obligadas a prostituirse para beneficio de su dueño. Sin embargo, también había muchas mujeres que habían tomado ese camino de forma voluntaria, para tener al menos un modo de vida.

Una de las principales fuentes de ingresos

prostitucion-imperio-romano-3

Durante mucho tiempo, la prostitución estuvo penada y muy mal vista también en el Imperio Romano, ya que se consideraba algo sucio y deleznable. Aquello, sin embargo, no evitó el florecimiento de la profesión más antigua del mundo en la propia Roma, algo que llevó finalmente al Imperio a entender que tal vez era mejor sacarle partido, en lugar de tratar de acabar con ella. A través de la institucionalización oficial de la prostitución, que se llevó a cabo gracias a Calígula, a principios del siglo I d.C., el sexo pasó a ser uno de los principales ingresos del imperio, que iba recaudando en cada uno de los burdeles “oficiales”. Una forma de sacar rédito a una tendencia que no iba a desaparecer, y que además, era tomada como necesaria para la buena salud pública de la ciudad.

Los burdeles del Imperio Romano

La existencia de burdeles y lupanares en el Imperio Romano está más que demostrada a través de los escritos de numerosos escribas e historiadores de la época, como Tácito o Catón el Viejo. Las prostitutas eran incluso personajes habituales en las obras de algunos autores romanos de los primeros siglos de nuestra era. Su posición no era demasiado buena a la vista de los demás, pero eso no quitaba para que el acostarse con ellas no estuviera mal visto. Era como un “mal necesario”, algo que debía existir para calmar la sed de sexo de los hombres, de una manera moderada y sin poner en riesgo las relaciones con otras familias. Para eso estaban las prostitutas, y la mayoría de ellas trabajaban en burdeles.

Estas casas de citas no eran ni mucho menos invento del Imperio Romano, ya que existían desde muchos siglos antes. Sin embargo, como veremos después, Roma sí que fue una de las primeras culturas es institucionalizar el sexo profesional, con el objetivo de sacarle rédito económico. Así mataban dos pájaros de un tiro y convertían un posible problema en una solución. Los hombres que frecuentaban estos burdeles provenían de todas las castas del imperio, desde los jóvenes soldados hasta los viejos caídos en desgracia, pasando por los prohombres de la ciudad. Cualquiera que pudiera pagarse una prostituta podía acceder a estos servicios, de entre los que se destacaba el sexo oral, vilipendiado por muchos y por tanto, el más caro de realizar por parte de la meretriz.

Calígula y la institucionalización de la prostitución

Calígula es sin duda uno de los nombres propios más importantes dentro de la Historia del Imperio Romano. Tercer emperador en llegar al trono de Roma, su reinado fue corto, de tan solo cuatro años, y acabó asesinado por su mal manejo de la política romana. Calígula es muchas veces representado como un hombre dominado por sus instintos, especialmente los sexuales. Acostumbrado a llevar una vida idílica desde joven, tenía todo lo que podía desear y vivía tranquilo, hasta que llegó su momento de gobernar. Después de algunas malas estrategias militares, las finanzas del imperio se resintieron, y el Emperador tuvo que adoptar algunas medidas desesperadas para mantener a flote aquel vasto territorio.

prostitucion-imperio-romano-2

En aquella época de crisis, Calígula, enfermo y enfrentado a muchos grandes hombres de Roma, que ansiaban su poder y posición, decidió emprender una serie de reformas que tenían como objetivo llenar de nuevo las arcas del Imperio. Y empezó por hacer oficial la prostitución, a sabiendas de que era un negocio próspero que se estaba escapando de las manos institucionales. Así, logró tener muchísimos ingresos a base de recaudar buena parte de lo que las prostitutas ganaban en los burdeles y prostíbulos. Al ser muchas de ellas esclavas, no tenían derecho a ese dinero, que acababa en las arcas del estado. Algunas teorías aluden incluso al propio gusto de Calígula por este tipo de servicios. Y es que se cuenta que el Emperador llegó a tener relaciones con muchas meretrices, e incluso obligó a sus hermanas a practicar la prostitución con hombres poderosos del Imperio.

La aceptación del oficio

El hecho de que la prostitución estuviera oficializada por el estado no significaba que estuviera bien vista. Las meretrices no podían aspirar a tener los derechos de un ciudadano romano, y estaban a la altura de actores o gladiadores, en el último escalón de la sociedad. Sin embargo, su oficio se veía como necesario para la estabilidad del Imperio, al ser ellas las encargadas de canalizar toda esa pasión sexual de los hombres jóvenes. Algunas de estas prostitutas eran conocidas como meretrices y trabajaban para los hombres más poderosos, así que podríamos considerar que también había “niveles” dentro del propio negocio, diferenciando entre prostitutas normales y de lujo. Las cosas han cambiado mucho desde entonces, pero es curioso comprobar como hace 2.000 años el oficio estaba mucho más aceptado que ahora.

Publicado el 30 agosto, 2021 por Eduardo