A lo largo de la historia, la masculinidad ha sido siempre el género imperante, en la mayoría de culturas importantes, sometiendo en muchos casos a lo femenino. El hombre, seguramente por su posición de macho alfa y por su mayor fuerza física, ha impuesto su ley y ha sometido a la mujer durante toda la historia. Cierto es que ellas también han buscado la forma de controlar, en cierta manera, los designios de los varones, a través de las emociones o incluso del sexo. Pero el sistema en el que vivimos hoy en día sigue siendo controlado por hombres, especialmente en sus sectores más conservadores. El llamado feminismo de nueva generación despierta recelos en muchos, y también en muchas, que piensan que la igualdad total ya se ha logrado. Basta con mirar alrededor para darnos cuenta de que no es así, al menos en la práctica, por más que las leyes digan que todos somos iguales.
El mundo de la prostitución es un ejemplo clarísimo de cómo funciona este sistema. El hombre es el cliente habitual de este tipo de servicios, y por lo tanto, la mayoría de profesionales del sexo son mujeres. Es una profesión meramente femenina porque así lo designa el propio cliente, no porque las propias mujeres, por mayoría, hayan decidido involucrarse en este sector. De hecho, muchas prostitutas están aquí por pura necesidad, la de encontrar un trabajo relativamente estable y bien pagado para salir adelante. Son señaladas, marginadas y vilipendiadas, pero en los últimos años al menos se las ha estudiado y se las tiene en cuenta. Su contrapartida masculina, los gigolós y chaperos, siguen viviendo en el ostracismo dentro de un sector ya marginal de por sí. Nadie habla de aquellos hombres que ofrecen su cuerpo por dinero, porque suponen un porcentaje tan bajo dentro de la prostitución que son casi invisibles. Pero están ahí, y no precisamente desde hace poco tiempo. La prostitución masculina es un fenómeno con siglos de antigüedad, como la femenina, pero ha sido mucho menos estudiado y por lo tanto, no se le ha dado la importancia que merece. ¿Cómo eran aquellos primeros prostitutos? ¿Qué tipo de relaciones tenían con sus amantes?
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