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La ideología sionista afirma que los judíos son los descendientes directos del rey David. Una interpretación “histórica” creada a finales del siglo XIX por un grupo de historiadores sionistas encabezados por Heinrich Graetz, no ha cesado hasta nuestros días, de repetirse como “verdad” bíblica en el imaginario colectivo israelí. Esta visión “histórica”, extrapolada al campo de la arqueología, se traduce en que las excavaciones arqueológicas israelíes, están claramente orientadas por el gobierno sionista a reescribir la Historia según su versión oficial, con el fin de defender la colonización de Cisjordania, al presentar al pueblo israelí como “legitimo” propietario de la Tierra de Israel.
La Historia como herramienta nacionalista
Contraviniendo así el derecho internacional, que según la resolución 242 aprobada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en 1967, estipula que Gaza y Cisjordania, incluida Jerusalén Este, son territorios ocupados ilegalmente por Israel. Esta reinterpretación de la Historia alcanza su máxima expresión en el museo/yacimiento “Ciudad de David”, situado en el barrio palestino de Siluan, al Sur de Jerusalén, a escasos metros de la ciudad vieja. En dicho museo/yacimiento, la insignia del movimiento colono israelí (una especie de arpa de tres cuerdas) aparece junto al logotipo del Israel Nature and Nacional Parks Protection Authority, (representado por el perfil de una cabeza de gacela. En la foto) la autoridad responsable de gestionar los parques nacionales y los yacimientos arqueológicos de Israel.
Cuando aparecen restos arqueológicos o documentos históricos susceptibles de alterar la versión oficial sionista, estos son ignorados por las instituciones académicas israelíes, como ha sido el caso de los descubrimientos llevados a cabo por un grupo de profesores de la Universidad de Copenhague, dirigidos por el profesor Thomas L. Thompson, grupo también conocido por el nombre de “escuela de Copenhague”, en los que se pone de manifiesto, que no existen indicios arqueológicos que prueben la existencia de un pasado glorioso del reino de David y Salomón, tal como indica el Antiguo Testamento, sino que por el contrario, en sus excavaciones tan solo pudieron hallarse unos modestos restos arqueológicos pertenecientes a este periodo histórico.
El expolio de material arqueológico
Otro gravísimo problema es el de los expolios. Desde que en 1967, Israel ocupara Cisjordania y Gaza, un gran número de piezas han sido extraídas de dichos territorios y expuestas en museos y colecciones privadas israelíes, en clara violación de la Convención Internacional de Ginebra, de la cual Israel forma parte y que prohíbe tajantemente a la potencia ocupante adueñarse de los yacimientos arqueológicos del país ocupado.
Uno de los más grandes expoliadores, no fue otro que Moshe Dayan, ex primer ministro y ex ministro de defensa israelí en la década de los 60 y 70 y “héroe” militar de la Guerra de los 6 días en 1967. Su “colección privada” fue heredada a su muerte por su segunda esposa, que en 1996 la vendió al Museo Nacional de Israel por un valor de 1 millón de dólares. Tras su adquisición, dicha institución exhibió en una muestra la colección de Moshe Dayan, bajo el nombre “A man and his nation”.
El número de expolios llegó a su techo a finales de la década de los 80 y principio de los 90, alcanzando según fuentes del Ministerio de Cultura Palestino, unas 1400 piezas sustraídas por año, todo ello coincidiendo con el inicio de los acuerdos de paz, que empezaron a esbozarse en 1988 tras la Conferencia de Argel en la que la OLP reconoció la existencia del estado de Israel y que se materializaron en 1994 con la creación de la Autoridad Nacional Palestina, como legitimo gobierno del futuro estado Palestino. Durante este periodo, el gobierno israelí realizó muchas excavaciones llamadas de “emergencia”, en los que se apoderó de innumerables piezas arqueológicas. El objetivo de estas excavaciones no era otro que el de adueñarse del mayor número posible de objetos arqueológicos, conocedores de que el establecimiento de un futuro gobierno palestino dificultaría las tareas de excavación israelí en Cisjordania y Gaza.
Desde su creación en 1994, la Autoridad Nacional Palestina no ha cejado en su empeño de reclamar a Israel la entrega de todas aquellas piezas arqueológicas que fueron sustraídas de sus yacimientos arqueológicos de forma ilegal por el estado sionista desde 1967, tal y como estipula el derecho internacional sin que por el momento se hayan registrado avances.
De entre ellas cabría destacar los Escritos del Mar Muerto, encontrados en 1947, en lo que hoy seria Cisjordania. Dichos manuscritos se hallan en la actualidad expuestos en el Museo Nacional de Israel. Un problema, el del expolio, empujado por otro, el del nacionalismo, que pretende dotarse de identidad tergiversando la Historia y utilizando la Arqueología a su antojo.
Eden Sánchez Gil es autor de este artículo. Es especialista en Oriente Medio, licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid y con un Master en Peace and Conflict Studies por la Universidad de Ulster. Ha trabajado para diversas ONG’s en Siria y Cisjordania. Desde 2011 trabaja para la revista Números Rojos y colabora con otras revistas internacionales como ForeignPolicy.
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